Visitas

martes, 8 de noviembre de 2011

Siempre nos quedará un tequiero por decir.

El mundo duerme, y tú estás ahí, al otro lado del teléfono. Escucho como respiras y como de vez en cuando cambias de postura en tu cama. Nos hemos contado cómo nos ha ido el día, qué hemos cenado y cuánto nos hemos echado de menos. Y ahora permanecemos en silencio, sin pensar en la posibilidad de colgar, escuchando nuestras respiraciones que se cruzan melódicas, como si fueran nanas que nos calman y nos ayudan a dormir. Cualquiera pensaría que somos idiotas, y de hecho parece una estupidez permanecer al teléfono cuando aparentemente ya no queda nada que decir. Pero de repente me susurras que me quieres y yo sonrío. Aguantamos la respiración un instante, y juraría que el mundo detiene su movimiento por nosotros, por ese te quiero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario